martes, 30 de septiembre de 2008

REVOLUCIÓN DEL INDIVIDUO

“No nos presentamos como redentores del genero humano, ni prometemos nada inalcanzable al pueblo. Al contrario, tal vez le exijamos una disciplina mayor y aún mayores sacrificios”.
-B. M. Discurso de la «Sciesa» en Milán, 4 de octubre, 1922-


No hay hombre tan ciego que no vea como ésta hermosa tierra se ha convertido en un cumulo de ruinas. Ruinas grises que se levantan imponentes como ciudades asfixiando nuestras vidas, ruinas toxicas que destruyen ríos y cielos sin piedad, pero ante todo, las ruinas en las que la misma especie humana se ha convertido.
De nada sirve despreciar el sistema existente cuando se está hecho a su imagen y semejanza, cuando se está saturado de vicios y se sucumbe servilmente a ellos –y a la imposición de los medios masivos. Un estado nuevo presupone, ante todo, un nuevo tipo de hombre. Un hombre arrojado, dispuesto a ofrecer su propia vida por el bienestar de su pueblo en el momento que sea necesario.
La historia nos da el ejemplo de cientos de doctrinas que buscaron el beneficio del hombre, pero que en la practica se distorsionaron y terminan sometiéndolo y aprovechándose de el. Querer cambiar un sistema por otro sin empezar por la transformación de los individuos conduce simplemente a un cambio de actores. Explotados se transforman en explotadores, sin que en el fondo nada se halla alternado.
Quienes sienten el llamado del destino, quienes sienten la obligación de renunciar a la conformidad por la grandeza y la justicia que ha sido negada a esta tierra no pueden llevar una vida desligada a su pensamiento. El ideal de sacrificio debe ser su religión. Una moral nueva, heroica, que permita el fortalecimiento de la voluntad y la dominación de aquellas pequeñas fuerzas para unificar todo en un poder creador y revolucionario.
Y eso significa la dominación diaria de todos los intereses particulares que atenten contra el ideal. Desprecio por la asura, la comodidad, el chantaje y la pereza. Desprecio por las luchas partidistas que ven en los sistemas políticos fines, y no medios para alcanzar el bienestar del pueblo. Desprecio a las imposiciones de los medios, el consumismo, el internacionalismo –globalización- homogenizador y las modas.
El objetivo de la lucha y de la vida misma debe estar por encima del cebo material al que aspira la mayoría de las personas. Que la lucha sea la respuesta al vacio que domina en todos los individuos, a aquellos que vegetan en la sociedad sin ningún motivo por el cual vivir.
Frente al dinero y la esclavitud materialista es necesario fortalecer la voluntad del espíritu, rescatar los elementos culturales y las tradiciones que brindan la cohesión necesaria, erigirnos en la religión de los héroes, la disciplina y el deber para merecer la victoria.

Arriba!!!

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