No es necesario esforzarse demasiado para entender la estructura de los “noticieros” en la actualidad. Nuestros canales, en su mayoría propiedad de ciertos círculos influyentes en la economía nacional, parecen burlarse de nosotros día tras día. Con sus ridículos informes forjan en nuestras mentes caricaturas de los que es bueno y lo que es malo, transmitiendo información a medias, descontextualizada, privándonos de todo análisis, y ofreciéndonos en su lugar espectáculo. Al evadir las causas y consecuencias de los sucesos, su situación histórica concreta, nos acostumbran a la tragedia y a la catástrofe. Así, todos los días parecieran ocurrir cosas increíbles, sorprendentes, que nos impactan –pero sólo por unos instantes. Para eliminar el sinsabor dejado en la garganta de la masa, y permitirle retornar tranquilamente a su vida aislada se ofrece al final del espectáculo un plato repleto de farándula. Normas éticas y estéticas impuestas desde arriba. Vidas falsas que se nos hacen tragar como ideales, como modelos de progreso y “refinación”.
Los medios crean estatuillas con mentiras. Forjan ídolos para nosotros, personajes famosos a los que todos terminan queriendo parecerse. Nos inmiscuyen en sus vidas, sus rumores. Nos ofrecen su ropa, su música, su forma de ser. La única opción es sucumbir: imitarlos, aceptar la moda imperante para así encontrar un lugar en esta sociedad superficial y vacía.
Por ello, para muchos amantes de la farándula, ofrecemos a continuación una pequeña mirada tras el velo de mentiras que cubre a las “estrellas”. Una parte de lo que esconden, de lo que no nos muestran. Una reflexión involuntaria, que esperamos, permita a muchos apreciar la vanidad reinante, la superficialidad brutal que destroza vidas reales.