jueves, 30 de julio de 2009

Aullido -El malestar de la cultura-

"He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos, muertos de hambre arrastrándose por las calles de los negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.

Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo Él y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados.Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo.Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes.Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York. Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol...."


Howl (Aullido)
Nada ilustraría mejor la realidad de nuestra “cultura mundial” que este fragmento del “poema” Aullido. Somos hijos espirituales de una suerte de decadencia mundial, aunada con la influencia de los medios masivos y el legado de la generación de los 50’.

Cuando la realidad se hace agobiante e incomprensible para los seres humanos, surge una tendencia delirante de transformarla, o por lo menos, trastornarla. A evadir la vida diaria, para así mitigar de alguna forma el malestar profundo. Aceptar el papel determinado por el sistema no es fácil, porque una parte de nosotros se reniega a sucumbir como esclavo.
Sin embargo aquellas válvulas de escape localizadas por la juventud no son sino una pieza más de ese sistema. Licor, drogas, sexo y el opio en que la misma sociedad puede llegar a convertirse. El único objetivo: olvidar.

De las más íntimas necesidades insatisfechas surge la moda. El aprovechamiento por parte de los medios masivos de la insatisfacción de los individuos, para homogeneizarlos y determinar más adecuadamente sus comportamientos y su consumo. La colonización de las mentes con actitudes, costumbres, música y una forma de vestir determinada tiene el único objetivo de desocupar la personalidad, para crear individuos estandarizados dispuestos a aceptar lo extraño.

Las actuales tendencias que limitan al estado en pos de una manipulada “libertad” del individuo, hacen posible a sus gobernantes aislarlo en el bando del caos; dejando al libre albedrío de los medios, la televisión y los espectáculos masivos el control de los hombres.
El “poema” arriba citado es un ejemplo claro. Su escrito el judío Irwin Allen Ginsberg, fue un pilar fundamental de la generación Beat, aquel seudo movimiento juvenil que hizo popular el rechazo a los valores, para inducir al consumo de drogas, la denominada libertad sexual (un uso incoherente para denominar a la esclavización sexual, el surgimiento de la pornografía y el aumento de la prostitución –véase al judío Hugh Hefner-).
Su estética fue absorbida por la cultura de masas y por la clase media hacia finales de los año cincuenta y principios de los sesenta, que derivó hacia una catalización en los movimientos de “liberación” sexual de la mujer y de los homosexuales. ("Many Loves" describe su primer contacto sexual con Neal Cassady, que fue su amante y amigo)…
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